Ramón del Castillo
(UNED, Madrid, España)
Experiencia y acción son dos conceptos muy conectados en la tradición pragmática, pero su relación no está exenta de debate. Para James y Dewey la experiencia no es lo que el empirismo moderno creía, y los dos trataron de dar una imagen diferente del aspecto receptivo y activo de la experiencia humana.
El empirismo lógico, en cambio, discurrió por otro camino y sólo hasta Quine la noción de experiencia recibió una formulación menos dogmática, de aroma pragmatista. Luego, con Davidson, hasta Quine pareció un dogmático, y la filosofía contemporánea denostó todavía más la idea de experiencia. Asociada con el "mito de lo dado", la idea de experiencia ha sido simplemente considerada como el último lastre del que debería liberarse la filosofía actual, idea propugnada, entre otros, por el recientemente desparecido Richard Rorty.
La experiencia no es necesariamente parte de una metafísica obsoleta y por qué que el giro lingüístico empujó a simplificar demasiado no ya la idea de experiencia, sino la propia idea de lo que es el lenguaje. Retornaremos, pues, a las ideas de los antecesores de Rorty, James y Dewey, pero también a coetáneos suyos, como Richard Bernstein, que sí han defendido la idea de experiencia y han criticado la inflación del giro lingüístico. También conectaremos las ideas de Dewey con las de la filosofía europea (Heidegger, Gadamer) como ha hecho Honneth, e incluso sacaremos a relucir a un Wittgenstein un poco distinto del que nos ha transmitido la filosofía profesionalizada, el Wittgenstein que tanto apreciaba a William James.
10.9.08
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